“El chiste está en quererse un poco más que a los demás, para que entonces a otro le den ganas de querernos. Así de Simple.”
¿Por qué tarda tanto en llegar el amor? ¿Qué se debe hacer para encontrarlo? ¿Cuál es el secreto? Y otras tantas preguntas que usualmente abruman la mente de quienes viven sumidos en las frías garras de su soltería, la cual desde luego, parece no tener fin.
En mi experiencia, he observado que muchos viven lamentando su estado civil, como si de eso dependiera su vida. Van por ahí como la pobre muñeca fea, revolcándose en su “eterno” sufrir amoroso por no encontrar al que supuestamente, debe ser el hombre de su vida. Lo peor es que después de todo esto, muchos se vuelven chavos rucos y eternos solteros cuyo consuelo es el sexo con escuincles en edad de merecer. Una pena, lo sé.
Actualmente vivimos en una comunidad LGBT que ha comprado la idea de que encontrar el amor en un medio como este es casi imposible. Sobre todo porque “todos los gays son iguales” y “ya no hay fidelidad”. Varios viven alegando la misma cantaleta de siempre que, naturalmente, los lleva al mismo estado: ¡Solteros, solteros, solteros!
Lo anterior ha provocado que algunos – o muchos – caigan en ese frenesí desesperado por encontrar el amor, valiéndose de todo tipo de apps amorosas para probar suerte y como vulgarmente se dice, ver si el chicle pega. Pero la realidad es que muchas veces esto no ocurre, quedando el sexo casual como premio de consolación.
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Al ocurrir esto, el patrón de pensamiento acerca de lo difícil que es encontrar el amor se refuerza y se impregna con más vigor en nuestras mentes. De nuevo volvemos al inicio de un circulo vicioso sin fin. Suena aburrido y deprimente ¿No creen? Las personas con frecuencia hemos creído – y lo seguimos haciendo – que el amor es algo complejo y nos escudamos en un sinfín de pretextos tontos para justificar nuestra soltería, porque siempre es mejor estar sólo que mal acompañado. Si aja.
Les voy a contar una pequeña parte de mi vida. Hace tiempo, cuando yo iniciaba a dar mis primeros pasos fuera de Narnia, comencé a salir con chicos y tuve algunos novios de manita sudada. La cosa cambió y comenzó a ser un poco más formal al entrar a la preparatoria en donde mis relaciones duraban más tiempo – 6 meses –. Pero siempre por alguna razón terminaba lastimado, herido y finalmente, dejado. Así pasó el tiempo y me convertí en amigo cercano de la soltería, con quien compartí el resto de mi bachillerato y los primeros dos semestres de la carrera. En todo ese tiempo, pensaba que el amor no era para mí, que estaba mejor así y demás tonterías que sólo trataban de ocultar mi verdadero deseo: encontrar un novio.
Cabe mencionar que en esa época yo no hacía demasiado ejercicio y no estaba muy conforme con mi físico, porque siempre fui muy flaco; en otras palabras, no me estimaba demasiado y me desaprobaba yo mismo. Lo malo de esto fue pretender que otra persona, me aprobara y me diera ese amor que yo no me daba. Algunos amigos me decían que debía ser paciente, que el amor era de esas cosas que mientras más se buscaban, menos llegaban, y yo todo ingenuo, compré esa idea. Bravo por mí.
Así duré un buen tiempo, hasta que un día me llegó una revelación cortesía de “Quan Yin, chinesse food”, un restaurantillo local que como todos los de tu tipo, suelen dar galletas de la suerte al pagar la cuenta. Ese día recuerdo que mi madre no quiso su galleta y yo como buen glotón, me la quedé y ahí cambió todo. Abrí mis galletas y los mensajes fueron tan claros y directos, que hasta parecía que alguien los había mandado directamente para mí. Decían lo siguiente:
“Quien se queda a esperar aquello que quiere, sólo verá pasar la vida y nada más. Muévete y haz que suceda”.
“Hay que hacer cambios para obtener aquello que se quiere, y el primer cambio comienza en uno”
Cuando leí eso entendí lo que después un querido amigo me confirmó cuando tuvimos una charla interminable sobre nuestras percepciones del amor. Llegamos a una conclusión y quiero compartirla con ustedes:
“…el amor no tiene tiempo y no tarda en llegar, ¿Por qué? Porque el tiempo lo ponemos nosotros. Él siempre está ahí, a nuestro alrededor y siempre está esperando, ¿qué espera? Que primero nos aceptemos y nos amemos a nosotros mismos, pues una vez que lo hagamos el amor se presentará y se dejará ver en cuerpo y forma de otra persona, quien lo único que hará será reafirmar lo mucho que valemos y amarnos del mismo modo en el que nosotros lo hacemos con nuestro ser. Entonces, al volvernos capaces de amarnos y estar con nosotros mismos, podemos dar ese mismo amor a alguien más y verlo reflejado de vuelta. Así funciona esto. El chiste está en no cometer el error de buscarlo cuando uno ni siquiera está listo para darlo y mucho menos, si no es con nuestra persona.”
Entendamos entonces que no debemos querer estar con alguien sólo para no sentir el peso de nuestra “soledad” o para pasar el rato. Mucho menos para sentir que valemos y que somos merecedores de amor, porque con o sin alguien, valemos demasiado.
Así que mis guapos #Qpfans, dejen de buscar el amor y dejen de esperarlo. Mejor salgan y simplemente estén atentos a encontrarse con él. Pero tampoco esperen hacerlo si primero no trabajan ese amor propio y ese auto reconocimiento.
¿Cómo esperan que alguien más vea y les de eso que ni ustedes mismos son capaces de ver y darse primero? Créanme que el amor no es complicado, los complicados somos nosotros. El amor es simplemente una fuerza que debe nacer de uno para comenzar a reflejarse en nuestra realidad y cuando eso suceda, les aseguro sin ser Walter Mercado, que la persona por la que tanto esperan, llegará.
Fuente: http://alextoledo.mx/