¿La Cajita Feliz del Metro?

Muchos relatos se han hecho de este vagón y quise comprobar si la cosa ha cambiado en los últimos años.

¿La Cajita Feliz del Metro?

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Visitamos el vagón de los hombres solos.

¿La Cajita Feliz del Metro?

Por    El Memo (@guillermo_ga)

Llegué a las 20:30 a la estación Tacubaya de la línea 1 y me acomodé al final del andén: sé que por las noches, desde hace muchos años, el último vagón del metro es el preferido por la comunidad gay. Tal vez sea la Línea 1 donde se ve más movimiento por ser la que pasa por la Zona Rosa, pero lo mismo sucede en la 2 o la 3 hasta llegar a la dorada.

Muchos relatos se han hecho de este vagón y quise comprobar si la cosa ha cambiado en los últimos años. Lo primero que se ve, evidentemente, es que este lado del andén se comienza a llenar de hombres solitarios, aunque algunos llevan pareja. Con pasar un rato ahí te das cuenta del movimiento: hay quienes llevan largo rato parados, observando a los demás y otros solo van de paso. Las parejas prefieren darse unos buenos besos justo en el rincón y cuando llega el convoy se suben, generalmente por la última puerta.

Me sentí observado por un hombre con pantalón naranja que le hizo señas a otro que estaba a unos pasos, muy sospechoso así que decidí moverme. Al llegar a Insurgentes platiqué con una pareja que se reía animosa, Octavio e Ismael, este último con un mohawk de color rojo. Según me contaron, llevan varios años viajando siempre al final del metro.

“Antes era distinto, ¿sabes? Y no hace mucho uno se subía, checabas a otro y podías hacerle la plática. Ahora no, hay mucha inseguridad y no sabes si te estaban checando desde antes. Mira, vamos a quedarnos un rato aquí y vas a ver”. Pasamos cerca de 15 minutos en ese lugar cuando un adulto de unos 50 años pasó frente a nosotros observando detenidamente a los hombres más jóvenes. No hacía nada más, no se subía al tren. Nosotros, disimulábamos.

“¿Qué hacen estas personas?”, pregunté. “Pues se dicen muchas cosas -ambos se ríen-: buscan a los más jóvenes, los invitan a tomar una cerveza. De ellos no sabemos mucho pero es mejor hacerse a un lado”. El hombre se dio cuenta que lo observábamos y se subió en el siguiente tren que pasó.

– ¿Y qué hay de las leyendas de que los viernes o sábados encuentras a gente teniendo sexo?

“Nada de eso -contestó Ismael- aunque sí hay toqueteos. También dicen que hay algunos aventados que llegan a hacerle sexo oral a otros, pero desde hace unos años a veces se sube un policía a vigilar”. 

“Yo creo que se mete a observar, le ha de gustar ¡ja ja ja!”, dice Octavio.

Además es evidente que los hombres se apretujan en la última puerta, aunque el resto del vagón esté vacío: “pues son los tallones, la neta, se pone chido”, dice Ismael y se ríe.

Los hombres van y vienen. Se observan. Algunos se lucen frente a los demás y recorren el vagón de un lado a otro. Responden las miradas con coqueteos. Junto a nosotros se acomoda una pareja bastante curiosa: él, de unos 40 años con traje, corbata y cabello muy corto, lleva a su pareja, un joven de unos 20 años vestido a la moda. El hombre mayor lo besa apasionadamente pero de una manera tan efusiva que captura la mirada de los demás. La pregunta obligada es “¿por qué siguen juntándose aquí?”.

“No sé, nunca lo había pensado” dice Ismael. “Tal vez es la costumbre y tal vez es porque sabemos que acá no hay problema de besar a tu pareja. La gente se suele sacar de onda y a veces es muy grosera”.

“Entonces, ¿es para evitar la homofobia?”, pregunto. “Puede ser”, responde Octavio.“Acá nos sentimos más cómodos”.  

“Pero a final de cuentas es un círculo vicioso, ¿no? Sienten la mala vibra de estar en los otros vagones y prefieren estar acá. Es como separarse por su propia voluntad”. Ismael es el que contesta, visiblemente incómodo. “Chale, nunca había pensado eso. Pues sí. Viéndolo así no está tan chido”.

En la estación Balderas abordé a un policía. Un poco reticente para contestar, acepta platicar un momento. “Los gays tienen derecho de estar allá, ¿no? Es su vagón, nosotros no podemos hacer nada” comenta. “¿Su derecho? Sí, pues no hacen nada y mientras estén de ese lado y no molesten a los demás, no le vemos problema”.

Y ustedes, #Qpfans, ¿qué opinan de esto?

About the author

Nací un 7 de septiembre por ahí del año del devastador terremoto que acabo con la vida de muchas personas en México, siempre apoyando a la comunidad en general, generando proyectos de vida, creando y desarrollando ideas. Soy todólogo entre mis pasiones está el diseño gráfico y web, escribir y amar. Chavo inteligente, enojón, luchón, huevonsin, atractivo, comelón, deportista, directo, amoroso.